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  • Writer's pictureNery Duarte

El Auge y Ocaso de la Iglesia Evangélica en América Latina

Updated: Jul 24, 2020

Por Nery Duarte y Paul Pretiz


Este artículo fue escrito primero con la ayuda de mi amigo, misionero por más de 60 años en Latinoamérica, Paul Pretiz, quien falleció recientemente. El artículo nunca se completó porque Paul y yo estábamos incómodos con nuestras conclusiones. Tuvimos que parar de escribir cuando hace aproximadamente 5 años Paul se enfermó y yo necesitaba pasar tiempo con mi familia. Sugerí a Paul escribir juntos este este artículo porque él siempre estaba interesado en la iglesia evangélica de América Latina. Paul había ministrado en toda América Latina durante su tiempo activo de ministerio. Cada vez que yo viajaba, me pedía que informara sobre el estado de la iglesia en los países que había visitado. Su interés siempre me hizo buscar a alguien a quien pudiera preguntar sobre el estado de la iglesia en ese país. Estoy agradecido por el interés de Paul porque eso me llevo a tener muchas conversaciones enriquecedoras con líderes de la iglesia en todo el continente. Durante nuestras últimas conversaciones, Paul y yo debatimos la conclusión del artículo. Estábamos insatisfechos con su final y dijo: "La única forma de que la iglesia salga de este ocaso es que pueda tener una buena sacudida". Creo que esta pandemia mundial puede ser la sacudida que la iglesia evangélica necesitaba para despertar y retornar a sus verdaderas raíces. Pablo me dijo una vez: "En una iglesia que verdaderamente crece, cada miembro toma la Biblia, la oración y el discipulado muy en serio". Gracias, Paul, por inspirarme a completar este artículo.


La iglesia evangélica en América Latina experimentó un crecimiento firme hasta la década de los años sesenta. Durante los años setenta y parte de los ochenta, debido al auge del movimiento pentecostal, la iglesia evangélica experimentó un crecimiento aún mayor. Sin embargo, a mediados de los noventa y la primera década del presente siglo, parece que el crecimiento no ha tenido lugar en la mayoría de las iglesias tradicionales y comunitarias pequeñas. Mientras tanto, las mega iglesias han experimentado un crecimiento exponencial, probablemente a expensas de otras iglesias evangélicas. Este artículo se basa principalmente en experiencias personales y observaciones que Paul y yo tuvimos mientras viajábamos por América Latina pero también a conversaciones con líderes que también han visto el auge y el ocaso de la iglesia. Nuestra oración es que este artículo genere una discusión saludable sobre la crisis que actualmente enfrenta la iglesia de América Latina.


Durante los años setenta además del crecimiento numérico, la iglesia evangélica experimento un crecimiento en infraestructura e instituciones. Seminarios, hospitales, campamentos, estaciones de radio y escuelas se solidificaban y le daban credibilidad al movimiento evangélico, especialmente en áreas metropolitanas. Mientras que las iglesias de América del Norte lucharon por responder al liberalismo teológico, las latinoamericanas mientras tanto no se veían tan afectados por tales controversias y lograron mantenerse firmes y unidas en los principios básicos de la fe cristiana.


La teología de la liberación se fortaleció durante la década de los setenta y en los años ochenta. Esta interpretación marxista de la Biblia creó desafíos para la iglesia evangélica tradicional. Esta teología se utilizó para justificar las revoluciones sociales y políticas que emergían en todo el continente. Destacados teólogos evangélicos latinoamericanos batallaron esta teología con relativo éxito y en general, pudieron desmoralizar a que la iglesia evangélica no se involucrara en los conflictos revolucionarios que se extendían por todo el continente. Desafortunadamente, al responder a esta teología socialmente marxista que principalmente le daba su propia interpretación al concepto de pobreza, el liderazgo evangélico no supo mostrar un norte a la iglesia hacia su propio compromiso social. Como resultado, la iglesia en general se volvió menos activa en su responsabilidad social y filantrópica.


Mientras tanto el movimiento pentecostal experimentaba un crecimiento exponencial en América Latina. Muchos evangélicos que se habían desencantado con su propia tradición emigraron a este movimiento que tenía un mayor atractivo, especialmente entre los menos privilegiados. La iglesia pentecostal apelaba a una liturgia más emocional y más alineada con la cultura latinoamericana. Además, estas iglesias lograban prosperar en condiciones de pobreza. Todo lo que necesitaban era un líder motivado, un techo y equipo de sonido que típicamente era ensordecedor.


Surgieron dos problemas dentro de este movimiento. Primero, la mayoría siguió la tendencia cultural latinoamericana de afirmar el liderazgo y autoridad a una sola persona, típicamente un pastor entusiasta y carismático. Este modelo de liderazgo "caudillista" permitió a dichos pastores trabajar sin un sistema de rendición de cuentas y de manera muy regular se presentaban controversias relacionadas con asuntos de poder y dinero causando muchas divisiones. En segundo lugar, el movimiento pentecostal no parecía dispuesto a invertir en tres elementos que son vitales para una iglesia robusta: los niños y jóvenes, así como la educación teológica. Este movimiento ignoro a los niños y se crearon muy pocos programas para satisfacer sus necesidades especiales. En el caso de la juventud, se esperaba que vivieran un estilo de vida ascético, pero con poco apoyo para llenar sus necesidades emocionales y sociales. Por último, se hizo una poca inversión en la instrucción teológica. Como resultado, incluso hoy América Latina ha producido solamente un puñado de teólogos respetados capaces de proporcionar orientación teológica. Durante esta época también la credibilidad de la iglesia se vio seriamente afectada por escándalos en temas morales y financieros en las que prominentes evangelistas con mucho arraigo en Latinoamérica se encontraron involucrados.


Las tendencias “novedosas”. Desde principios de los años ochenta hasta el presente, una gran parte de la iglesia evangélica en América Latina parece aliviarse en lo que llamaríamos "Tendencias novedosas". Estos eran énfasis temporales que entraban de moda y que cautivaban por algún tiempo la atención de los creyentes esto mientras la siguiente tendencia novedosa aparecía. Dichas tendencias novedosas incluían: "Sanidad interior", que ofrecía al creyente cierto alivio a sus necesidades emocionales y psicológicos, pero al mismo tiempo ignoraba los principios bíblicos del consistente crecimiento espiritual a través del cultivo de disciplinas espirituales. La tendencia de "Confesión positiva" ofrecía cierta certeza de que cualquier cosa que pidiésemos en nombre a Dios esta seria cumplida, pasando por alto la soberanía de Dios. La moda de la “Guerra espiritual”, con el énfasis en la batalla entre el bien y el mal, ha sido una tendencia que se ha mantenido constante. La tendencia de "Sembrar para el reino de Dios", pone énfasis en dar para luego esperar recibir extraordinarias ganancias. Esta tendencia ofrece riquezas y recompensas a aquellos que "siembran" en el trabajo de la iglesia que regularmente era la misma iglesia del pastor que lo proponía… La tendencia de ser "Secuestrado por el Espíritu" fue una moda de corta duración que ofreció al creyente una experiencia espiritual altamente emocional acompañada de comportamientos erráticos e incontrolables. El autor fue testigo presencial de como toda una denominación dentro de la etnia Misquita de Honduras y Nicaragua fue totalmente disgregada cuando esta tendencia arribo a la región. El énfasis de “Cobertura espiritual” inducía al temor de los seguidores de una iglesia de que, si se llegaban a desvincular de la misma, estarían perdiendo el amparo mismo de Dios. Otra tendencia emergente fue que los líderes de iglesias o denominaciones exitosas se dieran a título personal la calificación como "apóstoles" con el objetivo obvio de establecer aún más legitimidad a su liderazgo y enseñanzas. Desafortunadamente, aún hoy surgen tendencias más misteriosas en algunas congregaciones. Por ejemplo, se ofrece "Agua bendita" del río Jordán junto con "Aceite sagrado" para curación o prosperidad. Todas estas tendencias y muchas otras han hecho que la iglesia eluda lo que es importante: Aprender y solidificar los principios básicos de la fe cristiana.


La influencia de la televisión religiosa. Programas evangélicos de televisión emergieron y seguramente han colaborado en provocar un aun mayor declive en la iglesia. Desafortunadamente, las estaciones de televisión de moda mantienen abrumadoras audiencias y parecen depender en gran medida de enseñanzas como el "Evangelio de la prosperidad". Estos ofrecen abundantes riquezas a sus seguidores financieramente generosos. En Latinoamérica este énfasis sobre dinero que ha sido utilizado por estos medios de comunicación ha desacreditado en gran manera a la iglesia evangélica, agravado con el hecho que estos medios de comunicación casi han ignorado la predicación del mensaje bíblico primordial de redención y gracia.


El movimiento de la mega iglesia. La última señal del ocaso de la iglesia es probablemente el surgimiento de las mega iglesias. Evangélicos desencantados que desertan de iglesias que están luchando por su supervivencia parecieran ser los mayores contribuyentes al crecimiento de este movimiento. Las mega iglesias se hacen cada día más grandes mientras que las iglesias más pequeñas luchan por sobrevivir. Las mega iglesias pueden atraer una gran cantidad de seguidores, en algunos casos gracias a su capacidad de proveer sofisticado entretenimiento. Lamentablemente los que asisten a estas grandes congregaciones al ser ignorados dentro de la multitud pueden fácilmente eludir sus responsabilidades y disciplinas bíblicas personales, perdiendo así compromiso en la medida en que se vuelven más anónimos. Para agravar este problema, muchos pastores de iglesias comunitarias más pequeñas que luchan por su supervivencia, parecieran estar siempre a la mira de cualquier tendencia nueva que mantenga la atención de su membrecía y parecen dispuestos a comprometer su mensaje para hacer que sus enseñanzas y programas sean más seductores.


“Dondequiera que vemos la Palabra de Dios predicada y escuchada puramente, existe una iglesia de Dios, incluso si está llena de muchas fallas”. - John Calvin. La iglesia evangélica latinoamericana está plagada de muchas fallas. Pero si la Palabra de Dios es verdaderamente predicada, bien podría continuar siendo testigo de Cristo en América Latina.


Durante este tiempo de emergencia, todos los seguidores de la fe cristiana, independientemente de nuestras propias tradiciones y desacuerdos, debemos esforzarnos por apoyarnos mutuamente, así como a nuestras iglesias locales y de esa manera tener presencia ante nuestros vecinos heridos espiritual y socialmente especialmente durante este momento de crisis mundial. Esta es la oportunidad que, como seguidores de Cristo, tenemos para compartir y mostrar a nuestro prójimo el mensaje de gracia y redención. Esta pandemia puede ser nuestra llamada de atención. Luchemos todos para poder regresar a las raíces de la iglesia primitiva en donde, “Alababan a Dios y tenían el favor de toda la gente y el Señor agregaba día a día a los que se habían de ser salvos”. (Hechos 2:47)


Otra lectura sobre el tema de la generosidad y el testimonio cristiano en tiempo de crisis: https://www.creativephilanthropy.blog/post/generosidad-en-tiempos-de-desastre

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