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  • Writer's pictureNery Duarte

Generosidad en tiempos de desastre

Updated: Jul 6, 2020

“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.” (Miqueas 6:8)


Estos son tiempos en los que nuestra generosidad hacia los demás se está poniendo a prueba. Esta pandemia mundial ha sacado a la luz a muchas personas que necesitan nuestra compasión. La gran mayoría de nosotros vive cerca de personas que están sufriendo y todos los días tenemos que tomar decisiones sobre cómo compartir eficazmente los recursos que Dios nos ha confiado.


Escribo con base en mis experiencias con respecto a la forma en que estoy lidiando con la pregunta: ¿Cómo puedo ayudar sabiamente a otros en tiempos de adversidad?


No deje de apoyar a su iglesia local. “Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos” (Proverbios 27:10). “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gál. 6:10). Estoy seguro de que ahora más que nunca debemos aumentar nuestro apoyo financiero a nuestra iglesia local. Como familia de Cristo, es un deber asegurarnos de que nuestra congregación local siga funcionando bien y tenga todo lo necesario para cumplir con la Gran Comisión. Cada congregación local, independientemente de su tamaño, tiene la responsabilidad histórica de permanecer abierta y funcionar bien para poder compartir el mensaje de reconciliación. Hay millones de personas que están deseosas y buscan más allá de sí mismas, ansiosas por escuchar las buenas noticias de redención. La Iglesia Cristiana tiene el desafío histórico de hacer de la historia del "Buen Samaritano" su propia historia. Tenemos la obligación de asegurarnos de que nuestras comunidades cristianas locales tengan recursos adecuados durante esta calamidad para ayudar a nuestros vecinos necesitados, y con palabras y hechos, demostrar el mensaje de misericordia y redención a través de Cristo.


No se deje cargar por sentimientos de culpa. ‘‘Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él??” (1 Juan 3:17). Durante esta pandemia estoy apoyando directamente a varias familias en dificultades. Casi a diario recibo otras solicitudes válidas de asistencia que, con dolor, no he podido atender. Me ha alentado la oración escrita por el teólogo Reinhold Niebuhr: "Señor, concédeme la fortaleza para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para conocer la diferencia". Esta crisis traerá muchos desafíos respecto a decidir quién debe recibir nuestra asistencia personal. Creo que habrá momentos en los que tendremos que pedirle al Señor que nos ayude a aceptar con tranquilidad que nuestra generosidad tiene límites. Sin embargo, si Dios nos ha confiado recursos y a pesar de tanta adversidad, debemos tener el valor de seguir apoyando a los necesitados y depender de Dios a fin de que nos dé sabiduría para discernir lo que podemos y no podemos hacer por los demás. “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Cor. 9.7).


Procure dar para estrategias que generen autosuficiencia. Durante mi servicio como trabajador humanitario aprendí que la asistencia más importante que puedo brindar a las personas necesitadas es la que les genera beneficios para crear autosuficiencia. Las personas a las que proporciono apoyo durante este momento difícil incluyen tres familias monoparentales y otras cinco familias. Parte de mi donación se ha dirigido a apoyar proyectos que generarían cierto grado de autosuficiencia. Reciben de mi suministros de costura, madera y herramientas para construir armarios, un vehículo usado para que un esposo pueda iniciar un negocio de taxi, suministros para trabajo agrícola, semillas, fertilizantes.


Durante el huracán Mitch, un pastor y yo fuimos trasladados en un par de helicópteros Black Hawk con suministros de asistencia humanitaria a la selva más remota de Honduras. Habíamos llevado, con nuestros suministros, mil juegos de implementos de pesca. El líder de la comunidad indígena nos dijo: "De todas las donaciones que nos trajeron, las más valiosas son los juegos de implementos de pesca porque ahora podemos ir al río y traer comida a casa".


Recientemente dirigí en Venezuela un proyecto de ayuda humanitaria que consistía en construir un invernadero capaz de producir cerca de veinticinco mil plántulas para que las personas pudieran cultivar sus propios alimentos en sus huertas.


Después de que el huracán Félix tocó tierra en Centroamérica, me llevaron en un helicóptero de carga Mi-8 a la aldea más remota del norte de Nicaragua. Pude entregar cientos de herramientas para que las personas pudieran comenzar a reconstruir sus hogares. Al día siguiente, cuando el helicóptero regresó para recogerme, mientras sobrevolábamos el pueblo pudimos ver a docenas de personas agitando sus herramientas para mostrarnos que habían comenzado a reconstruir.


En Tailandia visité una comunidad que había sido gravemente dañada por el tsunami de 2004. Me impresionó mucho su eficiente reconstrucción y le pregunté a un líder comunitario: ¿Cuál fue la asistencia más valiosa que recibieron de las agencias humanitarias? Su respuesta: "Herramientas".


Participé en la construcción de invernaderos en las frías y remotas montañas de Perú y disfruté al ver el orgullo con el que estos descendientes de los incas cosechaban sus propios productos agrícolas.


También fui parte de un equipo de asistencia humanitaria que colaboro en Haití después del terremoto. Mi propia observación es que se podría haber hecho más invirtiendo en iniciativas que proporcionaran autosuficiencia a este desfavorecido país.


Establezca un presupuesto para “donaciones”. Esta fue una iniciativa de mi difunta esposa Pam. Ella creó algo que llamó "La cuenta de donaciones". Pam fielmente reservaba un porcentaje de nuestros ingresos personales para ayudar a amigos u organizaciones humanitarias. En un momento, una parienta que ya falleció vio cuán efectiva se había vuelto nuestra cuenta de donaciones y se comprometió a reabastecerla. Como en la historia de Elías y la viuda que se encuentra en el libro de Reyes, la "cuenta de donaciones" de nuestra familia nunca se ha quedado vacía. “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra”. (1 Reyes 17:14).


Involucre a otros. Recientemente una persona se me acercó con una necesidad urgente y válida. Sin embargo, sus necesidades financieras estaban muy por encima de lo que mi presupuesto personal de donaciones podía cubrir. En oración, me acerqué a un buen amigo que sabía que tendría los recursos para ayudarlo y lo puse en contacto con esta familia. Mi amigo estuvo pronto a colaborar y satisfizo las necesidades de esa familia. Es posible que usted se encuentre con una necesidad mucho mayor de lo que puede solucionar, podría considerar acercarse a alguien con quien se sienta cómodo a fin de instarle a que intervenga. El buen samaritano acudió al mesonero para que fuera más allá de su carga de trabajo habitual y, a pedido del buen samaritano, el posadero se convirtió en un proveedor de atención médica quien se ocupó de la recuperación del prójimo herido. “A Jehová presta el que da al pobre y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar“ (Proverbios 19:17).


Siempre que sea posible, involúcrese directamente en su donación. Recomiendo que los donantes se involucren directamente. El año pasado conocí a una familia misionera que ministraba en una remota comunidad indígena de Venezuela. Su hogar necesitaba urgentemente mantenimiento y la comunidad necesitaba desesperadamente asistencia humanitaria. Mi hija Andrea y yo nos sentimos llamados a poder asistir. Viajar a esta aldea distante implicaba, localizar combustible en el mercado negro, conducir en un deteriorado vehículo durante más de doce horas con nuestros suministros de ayuda a través de la carretera más remota e insegura del oeste de Venezuela, pasar más de veinte retenes militares, cruzar por espacios en total control de forajidos. También tuvimos que lidiar con amenazas de encarcelamiento por brindar asistencia humanitaria. Después de dos viajes misioneros a esta comunidad, con mi equipo de asistencia humanitaria venezolano, logramos ayudar a arreglar el hogar de esta familia misionera, plantar huertas y brindar asistencia médica y alimentaria a docenas de familias. Salimos con la enorme satisfacción de que lo que habíamos hecho por esta familia y esta comunidad se había hecho bien. “Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso” (Prov. 31:20).


Hace casi quince años, mi familia y yo conocimos a un talentoso ebanista llamado José que se encontraba en una situación difícil. Mi esposa y yo acordamos durante algún tiempo ayudar a este hombre y a su familia. Ayudamos a comprar maquinaria para el taller de José: sierra de mesa, cepilladora, fresadora, taladros, madera, herramientas manuales, etc. Cada vez que viajaba a Norteamérica o a Europa yo buscaba comprar herramientas que ayudaran a mejorar el trabajo de ebanistería de José. Finalmente, José se estableció mejor en su negocio. También se convirtió en un entusiasta discípulo de Cristo y en un eficaz evangelista.


Visité la ebanistería de José la semana pasada y lo encontré con su familia, además de otros dos hombres, ocupados en empacar suministros de alimentos para donar a los vecinos. Sin mencionar mi nombre, José les dijo a los dos hombres que ayudaban: “Durante la etapa más difícil de mi vida, alguien vino y fue generoso conmigo y con mi familia. A menudo sentí que no merecía tanta generosidad. Me convencí del amor incondicional de Dios porque, a pesar de todas mis faltas, cuando lo necesité, alguien fue generoso... ".


“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. (Mateo 5:7)



 

Crisis as Reality, Revelation, Regulation es un articulo (en Ingles) escrito por my amigo y profesor, Rod Wilson. Creo que lo que escibe complementa lo compartido en este articulo.

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